Cristóbal Beltrán Zambrano (Ecuador): Cuando Magu se enteró de que iba a ingresar al Seminario San Pedro de Portoviejo, se llenó de alegría.
Cristóbal Ramón Beltrán Zambrano (Ecuador): Desde aquella vez, nuestra amistad creció más. Cuando había oportunidad, compartíamos vivencias de nuestro llamado.
Karolina Vera (Playa Prieta, Ecuador): Le debo mucho a Cieli, porque me libró de muchas recaídas. Ella llego a conocerme realmente...bastaba una mirada, y ella ya sabía que algo no andaba bien.
Karolina Vera (Playa Prieta, Ecuador): Estaban verdaderamente CONTENTAS. Soy testigo de ello. No me lo contaron.
Laura Dalla Nora: En su sonrisa yo veía el reflejo de mi propia llamada, y reviví la alegría de mi primer «sí» a Jesús.
Cristóbal Beltrán Zambrano (Ecuador): Cuando ella hablaba de nuestra Santa Madre se llenaba de alegría.
Guadalupe Cedeño (Ecuador): Decía: «El Señor te ama, y la Virgen también te quiere mucho. Y sabes que puedes dar más».
Nuvia González (Ecuador): De María Agusta recuerdo, sobre todo, su sonrisa. Noté el gran amor que tenía por Jesús y por la Virgen.
Julissa Macías (Ecuador): Aunque no era una chica que se hiciera notar, era un ejemplo de abandono a la voluntad de Dios.
Hna. Nathaly Vera (Ecuador): Ella, desde que se dejó moldear por el Señor y por nuestra Madre, hizo vida lo que dice el libro del Eclesiástico.
Cristóbal Beltrán Zambrano (Ecuador): "Deja que Jesús nazca en tu corazón y no le cierres la puerta a su Santa Madre".
Carlos Javier Zambrano, Ecuador: Su espíritu de servicio le impedía no ayudar a los que lo necesitaban...
Gemita Dayana Vergara Espinoza, Ecuador: Cuando surgía un problema, trataba de resolverlo poniendo a Dios como centro, hasta lograrlo.
Estrella, Ecuador: En el campamento de 2011, ella era la monitora de una de las unidades, y yo era submonitora.
Hermana Gema, Ecuador:
Le costó responder a su vocación, pero al final dio un “sí” generoso a Dios, y su alegría el día que entró era inmensa.
Un amigo, Ecuador:
Los dos teníamos el mismo motor que nos motivaba: era DIOS.
Erika Moreira, Ecuador:
Muchas veces me decía: “¿Te imaginas cuando veamos al Señor cara a cara?”
Silvia Vélez Navarrete, Ecuador:
Muchos la admirábamos por sus labores, su entrega total a Dios y a la Virgen María.
Ella siempre me decía: “No tengas miedo al Señor. Deja las cosas del mundo y entrégate a Él."
Hna. Ruth, España:
Siempre la recuerdo feliz de ser del Hogar de la Madre, porque quería mucho a Nuestra Madre.
Cristina Pinargote, Ecuador:
Nos impulsaba a ser muy fuertes, a mantenernos firmes en la fe.
Una compañera de la universidad, Ecuador:
Su alegría nos daba paz... esa la paz que viene de Dios.
Erika Tuárez, Ecuador:
Mª Augusta era como una madre: aunque estuviese cansada siempre estaba pendiente de cada una, de todas sus necesidades por más pequeñas que fuesen.
Aura Cristina, Ecuador:
Pasara lo que pasara, se mantenía fiel, tenía puesto su corazón en el Señor.
Juan Gregorio Toala, Ecuador:
Descubrí que una amistad con Jesús tiene que ser verdadera, y eso lo descubrí con ella.
Estrella, Ecuador: Lo que hizo fue quitar la mano y decir: “No pasa nada. Dios ha derramado más sangre por mí”.
Carolina Aveiga, Ecuador:
"Con su sonrisa parecía arreglarlo todo."
Lisbeth Cedeño, Ecuador:
Se veía en su mirada ese amor y esa entrega a Dios y a la Virgen.
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