Erika Tuárez, Ecuador:
Mª Augusta era como una madre: aunque estuviese cansada siempre estaba pendiente de cada una, de todas sus necesidades por más pequeñas que fuesen.
Erika Tuárez pertenece al Hogar de la Madre de la Juventud de Ecuador. Conoció a María Augusta y a las otras candidatas muy de cerca.
María Augusta era verdaderamente una enamorada de Jesús. Con frecuencia le llamaba "Jesusito", con mucha ternura.
Me ayudó mucho con los estudios, sobre todo con la Biología. Tenía mucha paciencia y si era preciso repetía diez veces su explicación, dibujaba en la pizarra, buscaba cualquier forma, pero nunca nos dejaba con dudas. Alguno de mis compañeros la llamaban “la doctora”.
Dios me dio la gracia de vivir en la resi (la Residencia de Estudiantes del Hogar de la Madre en Portoviejo) los últimos meses del año pasado. Compartí momentos llenos de alegría con ella y con las demás. Mª Augusta era como una madre: aunque estuviese cansada siempre estaba pendiente de cada una, de todas sus necesidades por más pequeñas que fuesen. Nos enseñaba mucho y nos explicaba el por qué de todo. Sus regañinas - que fueron pocas - eran educativas y siempre lo hacía conjugando dulzura y firmeza.
Su santo protector era San José María Escrivá de Balaguer a quien quería mucho.
Si tengo que definirla con una palabra, simplemente diría: "Madre".