Resulta que la hermana Clare y yo compartíamos afición: ella quería ser actriz famosa de Hollywood y yo quería ser actriz famosa de Broadway. Sin embargo, a ambas se nos puso otra realidad en el camino que nos hizo alejarnos de ese mundillo: Cristo.
Nos escribe una joven desde Madrid (España) para compartir lo que le ha ayudado la película y el libro de la Hna. Clare.
Hace unos años estaba bastante enferma. Entonces una gran amiga de la universidad me hizo llegar unas estampas de la hermana Clare, a la vez que me contó un poco de su historia.
Resulta que la hermana Clare y yo compartíamos afición: ella quería ser actriz famosa de Hollywood y yo quería ser actriz famosa de Broadway. Sin embargo, a ambas se nos puso otra realidad en el camino que nos hizo alejarnos de ese mundillo: Cristo.
Siempre me llamó la Hna. Clare, pues desde pequeña mi familia acostumbra a decirme: «Ana, tú o todo o nada, nunca te mueves en los grises, siempre optas por el blanco o el negro». Y es así, en mi vida es o todo o nada, como la hermana Clare.
Ya habré visto la película O todo o nada como ocho veces, y me sigue sorprendiendo e iluminando cada vez que la veo. Pero el libro, el libro me ha terminado de enamorar. ¡Quiero ser como ella! Alcanzaba a pensar diariamente mientras lo leía: «Ojalá tan buena, ojalá tan humilde, ojalá tan voluntariosa, ojalá tan santa».
Leer a la hermana Clare solo ha aumentado en mí el deseo de querer ser santa. El querer servir al prójimo, el querer dar mi vida por el Señor. Me he enamorado de su historia y de su gran amor. Apenas tardé una semana en leerlo, lo leía en todas partes, en el metro, en mi cuarto...
Como ella, yo también sentía un gran vacío que solo Dios pudo llenar. Mi vida cambió cuando confié y le dejé llevar el timón de mi barco.
Cuando leo sus escritos personales, pensar en el nivel de recogimiento que debía alcanzar, me sobrecoge sobremanera.
En la página 333 del libro ella dice: «pida por mí para que pueda tener un alma muy grande para el Señor, ojalá fuera como la de San Juan Pablo II». Y yo pienso en la mía y digo: «Ojalá fuera como la de la Hna. Clare».
Delante de mí se abre ahora un camino completamente nuevo, y solo espero que, de la mano del Señor y de Nuestra Madre, ella me guíe.