Laura Dalla Nora es una consagrada laica italiana perteneciente a la comunidad de las «Misionera Hijas de la Fe». Misionera desde hace tres años en Ecuador, en la parroquia de San Mateo (Manta), conoció a Mayra, Jazmina y María Augusta en la Jornada Nacional de la Juventud del año 2015. Experimentó con ellas una gran sintonía, y está convencida de que siguen «trabajando juntas».
Cuando me enteré de la trágica muerte de Jazmina, Mayra y María Augusta, un poco me quejé con Dios: «Con tanta falta de vocaciones —pensaba— por qué llevarse a tres postulantes, a una hermana profesa y a dos chicas aspirantes? ¿No habrían podido ser más útiles aquí en la tierra?»
Luego empezaron a venirme los recuerdos de ellas… No muchos. Conocí a Jazmina, Mayra y María Augusta en mi parroquia, San Mateo (Manta, Ecuador), en 2015, cuando vinieron a prestar servicio como voluntarias a la JNJ (Jornada Nacional de la Juventud). Tuve la oportunidad de compartir un poco con ellas, sobre todo con Jazmina y Mayra, su entusiasmo por la vida religiosa, la belleza de ser esposas de Jesús y de vivir toda la vida por Él y por los demás. En su sonrisa yo veía el reflejo de mi propia llamada, y reviví la alegría de mi primer «sí» a Jesús.
En esos días de la JNJ, las chicas trabajaron con muchas ganas y con mucho amor. No se quejaban nunca de la fatiga, del calor o de los imprevistos que siempre se dan cuando se organiza algo con 300 jóvenes. Cada rato que tenían libre se iban a la iglesia para estar con Jesús. Rezaban para que otros jóvenes, durante la JNJ, pudieran escuchar la voz de Jesús y seguirlo, cómo habían hecho ellas.
A pesar de la diferencia de edad entre ellas (24 años) y yo (45 años), yo sentía como una fuerte comunión espiritual con estas chicas. Tanto que, después de su muerte, siempre me encomiendo a ellas por muchas cosas que se refieren sobre todo al apostolado aquí, en San Mateo, y a la asociación de consagradas a la cual pertenezco. Yo creo mucho en la comunión que se puede vivir entre los diferentes carismas. Es la fuerza de la Iglesia aquí en la tierra, y también entre tierra y Cielo. Y es lo que experimento ahora con Jazmina y Mayra: seguimos trabajando juntas por el Reino de Dios y por las vocaciones. Gracias.