Pero Valeria murió el 16 de abril de 2016, junto con la Hna. Clare y otras cuatro aspirantes a Siervas, bajo los escombros del terremoto que asoló Ecuador. Fue realmente una jornada triste, pero entre las ruinas brilló una luz, y muchas personas se quedaron asombradas al conocer la historia de Valeria. Su infancia había quedado marcada por el asesinato de su madre a manos de su padre. Pero el perdón transformó ese dolor en una ampliación de su capacidad de amar, hasta el punto que poco antes de morir afirmó que «en su corazón no podía haber odio ni venganza».
A esta niña, que tan de cerca había conocido el mal, la preguntaron un día si Dios había creado el mal, y por qué entonces permitía que le pasaran cosas malas a gente buena. Esta fue su breve, pero acertada respuesta:
«No, no lo creó. Si Dios es amor, ¿cómo va a crear algo que no es amor? Dios nos ama con todo su corazón. ¡¡¡Cómo va a crear algo que es malo para nosotros y que nos hace sufrir!!!
Dios no busca nuestro mal, solo que a veces permite tales cosas en nuestras vidas para que aprendamos sobre esa experiencia y nos haga madurar. Aunque sufrimos lo que sufrimos y lloramos lo que lloramos, Él nunca quiere cosas malas para la gente buena, y tampoco para la mala. Dios es demasiado amor».
La revista infantil del Hogar de la Madre —HM Zoom +— dedicó a Valeria la contraportada de su número 108. Es la imagen que acompaña este artículo. Sobre la imagen se leen unas palabras que Valeria escribió a una amiga: «Lo mejor que yo he hecho es haberle dicho sí al Señor». Es el testamento de Valeria. Escuchemos su consejo mientras llega a nuestras manos su biografía completa, que no tardará en ser publicada.