Jazmina fue mi monitora en mi tercer campamento con el Hogar de la Madre. Nunca me imaginé que ese campamento fuera a ser el último con ella. La pasamos tan bien. Nos reímos muchísimo. De ella me impresionaban su alegría y su capacidad de luchar. Cuando en medio de un tema, alguna de nosotras salía con una payasada, ella nos retaba o se hacía la seria, pero luego acaba riéndose con nosotras.
Por lo que ella nos dijo, le costó muchísimo aceptar su vocación. Eso me ha ayudado a mi a plantearme muchas preguntas en mi vida: “¿Por qué estoy aquí en el Hogar? ¿Cuál es mi propósito? ¿Qué es lo que el Señor quiere de mí aquí? ¿Por qué yo y no otras?”
Algo que jamás voy a olvidar es que un día, en el campamento, el tema que tocaba era la amistad. Entonces Jazmina empezó a hablar de Mayra, y decía que ella era su mejor amiga pero que, en el momento que ellas entraron de candidatas para ser Siervas, dejaron de ser amigas para convertirse en hermanas. Y me pareció algo tan sincero. Le salió del corazón.
Fueron las primeras chicas que conocí cuando llegué al Hogar. Las saludé y me agradaron. Cuando las vi por primera vez, era como si ya las conociera desde siempre.
¡Las recuerdo con mucho cariño!