
Yo solo conocí a la Hna. Clare, a María Augusta y a Valeria, aunque a Valeria la vi solo un par de veces y hablé con ella solo una vez. Esa única vez fue en Chone, en una convivencia que organizaron las hermanas. Yo tenía una basura que quería tirar y no sabía donde botarla. Vi a Valeria pasar y le pregunté si ella sabía donde había un tacho de basura cerca. Me miró a los ojos con una sencillez muy grande y una sonrisa enorme, y solo me dijo: “No lo sé, pero no te preocupes, yo iré a botarlo por ahí”. Y lo tomó en su mano y se fue a buscar un tacho de basura...
Me quedé sorprendida al ver tan grande caridad. Fue un detalle muy pequeño, pero en mi dejo una huella muy grande. Vi como un cristiano debe vivir la caridad en lo pequeño, en cosas mínimas pero que acercan mucho al Señor. Sus ojos irradiaban aquella alegría que solo se obtiene de darse a Dios en los demás.
Leer las cartas que otras personas han escrito sobre ella me han ayudado mucho en mi periodo de aspirante. Es que con solo leer lo que las otras personas dicen de ella, me motivan a vivir en caridad perfecta en un constante sí.