Gemita Dayana Vergara pertenece al grupo del Hogar de la Madre de la Juventud de Chone, Ecuador. Admiraba a Catalina por su coherencia. La última vez que la vio, una idea descabellada pasó por su mente…
Catalina fue un gran ejemplo para mí. En el poco tiempo que la conocí, aprendí mucho de ella. Se le notaba que en su vida “su Todo” siempre era Dios. Era atenta, amable, alegre y generosa, con ganas de darse más a los demás. Reflejaba mucha tranquilidad, tenía un fuerte amor a la Virgen y al Señor. Cada vez que hablaba de Ellos, sus ojos brillaban de emoción.
La última vez que la vi, fue un domingo, un mes antes de su muerte, en el círculo del Hogar de la Madre de chicas. Cuando me vio, me abrazó muy fuerte y me dijo que estaba muy contenta de verme. Yo la noté muy diferente respecto a su vida con Dios. Nunca la había vista tan feliz como aquella vez. Por mi mente pasó como una idea descabellada: “Catalina ya está bien preparada para encontrarse con los que tanto ama”. Me vino esto porque estábamos hablando sobre un tema muy importante y ella, con su rosario en la mano y su buen humor, hablaba con mucha seguridad. Me gustaba escuchar su opinión y no quería que terminara de hablar, porque realmente vivía lo que decía. Era una chica muy coherente con su fe.
A Catalina la recordaremos por haber dado su nada por el Todo en el Hogar de la Madre de la Juventud, por querer agradar hasta en lo mínimo a Dios, y ser un regalo para nuestra Madre.