El 20 de noviembre de 2015, al mes de haber hecho su compromiso como aspirante de las Siervas del Hogar de la Madre, Valeria escribe al P. Rafael, fundador del Hogar de la Madre. Tiene solo quince años pero, con mucha madurez, expresa al Padre, por un lado, la felicidad de haber hecho lo que tenía que hacer, y por otro, las luchas y dificultades que experimenta. Les ofrecemos a continuación algunos párrafos de ese e-mail.
Querido Padre:
(…) Yo estoy muy bien, muy feliz de poder ser lo que mi alma anhelaba ser. ¡Claro que vienen muchas dificultades! El demonio está enojadísimo y me esta atacando mucho más que antes con el tema de los chicos, del mundo... Pero confío en Dios, y sé que no caeré si Ellos (el Señor y Nuestra Madre) me siguen ayudando.
No voy a negar que, al comienzo de mi aspirantado —y ahora también, pero menos, porque confío más— tenía mucho miedo de dejarlo. Pero estoy intentado ser más santa cada día. Aunque es difícil, me anima mucho el pensar que soy aspirante, y que no puedo estar triste. Las charlas de formación me dan algunas luces... Rece para que me abra totalmente a mi formadora, para que me pueda ayudar a ser mejor.
(…) Rece para que Dios me dé luz para conocerme, y también para conocerle a Él y para que yo nunca aparte mi mirada de Él, aunque para mi alma ahora sea de noche. En estos momentos es cuando más se dan gracias a Dios. No me gusta estar así, porque me dan ganas de salir corriendo de la capilla cuando voy a la oración, aunque nunca lo he hecho. Pero si Dios quiere que mi alma este así ahora, lo acepto por amor a Él y a las almas.
Rece por mí y muchas gracias por todo. Les esperamos pronto.
Que Dios y Nuestra Madre le bendigan siempre
Valeria