Artículo de la Revista H.M.: "A pesar de que era la maestra creo que ellos fueron los que me enseñaron a mí..."

Entre los muchos dones de naturaleza con los que el Señor dotó a la Hna. Clare, uno muy destacado fue sin duda el de la escritura. Atareada en los mil quehaceres apostólicos, no tenía mucho tiempo para escribir. Aún así, de vez en cuando, en las Revistas HM y HM Zoom+, encontrábamos artículos suyos en los que nos ofrecía profundas reflexiones, con la simpatía y sentido del humor que la caracterizaban. Aquí tenemos uno de estos artículos.
Recientemente, he recordado algunas anécdotas de los niños a los que pude dar clase en una escuela católica en Florida, Estados Unidos.
Nunca deja de sorprenderme el celo y el entusiasmo que los niños mostraban por su fe. A pesar de que era la maestra creo que ellos fueron los que me enseñaron a mí...
Un día, explicando en una clase de primer grado el papel del Papa en la Iglesia y cómo tenemos que ayudar al Santo Padre rezando por él, preguntó un niño pequeño: “¿Cómo nos vamos a acordar de rezar por él?”. Y yo le contesté: “Podéis hacerlo aquí en la escuela, cada vez que paséis delante de una imagen del Papa, podéis decir un Padre Nuestro o un Ave María por él”. Y con esa respuesta todos quedaron satisfechos.
Unos días más tarde, cuando fui a la misma clase, la profesora me detuvo en la puerta y dijo: “Lo siento Hermana, pero aún no están todos”. Hay tres niñas que fueron al cuarto de baño hace quince minutos y todavía no han regresado”. Yo sabía que a algunos de ellos les gustaba tratar de hacer pompas con el jabón del baño y, me imaginaba la escena. “Déjame ir a echar un vistazo”, le dije a la profesora.
Mientras caminaba por el pasillo, al doblar la esquina vi a las tres niñas de rodillas con las manos juntas, los ojos cerrados y las tres hablando bajito al mismo tiempo. “Niñas, ¿qué estáis haciendo?”, les pregunté. “Estamos rezando por el Papa, Hermana”. Miré a las tres niñas de seis años y después miré la pared frente a la que estaban orando. Allí, colgada en la pared, había una foto del Papa. Ellas me dijeron: “¿Recuerda que usted dijo que si veíamos una foto del Papa había que decir una oración por él?”. “Sí, lo recuerdo”, les contesté, “pero no es necesario estar aquí quince minutos, eso es mucho tiempo, y la maestra se está preguntando dónde estáis”. “No hemos estado aquí mucho tiempo. Primero hemos rezado en las otras tres imágenes del Papa del pasillo”, dijo una de ellas, apuntando al pasillo que va desde su clase hasta el baño. ¡Yo no me había dado cuenta de que allí había tres fotografías del Santo Padre!
Y esto me hizo pensar que si todos nosotros nos acordásemos de orar por el Papa con la devoción con la que estos niños lo hicieron, el Papa tendría más ayuda de nuestra parte.
Revista HM; º163 Noviembre-Diciembre 2011
Hna. Clare Crockett, SHM