No sé explicar la alegría y el deseo entusiasmado que tengo de sufrir por el Señor. Todo me parece poco.
Les ofrecemos otro pequeño pero impresionante extracto del e-mail que el 8 de abril de 2015, la Hna. Clare envió al P. Rafael Alonso, fundador del Hogar de la Madre, y a la Madre Ana Mª Campo, Sierva general de las Siervas del Hogar de la Madre. En esta ocasión, la Hna. Clare les describe las gracias que ha recibido el pasado Viernes Santo. Su amor por Cristo Crucificado y por su Madre Dolorosa rezuma de forma conmovedora en estas líneas.
Semana Santa, especialmente el Viernes Santo, ha sido una gracia para mí que, hasta el día de hoy, percibo como un peso (no sé si es la palabra correcta, quiero decir un «peso positivo»), o un toque de Dios, no sé. Jesús está muy presente dentro de mí.
Aunque el Viernes Santo es un día triste, no sé explicar la alegría y el deseo entusiasmado que tengo de sufrir por el Señor. Todo me parece poco: la falta de sueño, el ayuno, el calor, el tener que atender la gente… Todo lo que puede costar me llena de alegría, porque me hace estar cerca del Señor.
Por la noche rezamos el rosario viendo imágenes de la película de «La Pasión». Empecé a llorar como una Magdalena. Cada vez que veo la Virgen, y pienso en su dolor en la Pasión, y veo el Señor tan humillado, no puedo controlar los sollozos. Estuve un buen rato delante de la cruz pidiendo la gracia de nunca, nunca olvidar todo lo que el Señor y la Virgen han sufrido por mí. Y, aunque estamos en la octava de resurrección, sigo meditando la Pasión.