En la fiesta de la Inmaculada, he tenido encuentro muy fuerte con la Virgen. Intenté meditar en el dolor de la Virgen durante la crucifixión.
La Hna. Clare vivió desde pequeña muchas devociones exteriores a la Virgen María, pero nunca las había hecho de corazón. Después de su conversión el Viernes Santo del año 2000 a la edad de 17 años, poco a poco empezó a descubrir a su Madre del cielo y a tener una relación cercana con ella. Una de los primeros encuentros de Clare con la Virgen fue durante una meditación sobre la Dolorosa durante unas convivencias en diciembre de 2001 en Toledo (España), donde había empezado el Hogar. Era todavía candidata.
Escribe su experiencia poco después para ayudarse a no olvidarla: “En la fiesta de la Inmaculada, he tenido encuentro muy fuerte con la Virgen. Intenté meditar en el dolor de la Virgen durante la crucifixión. La imaginé allí con el aposto lo Juan. Ella sufría tanto. Me paré en el momento cuando los ojos del Señor y de su Madre se encontraron. Cuanto dolor. Lloré... La Hna. Blanca nos había dicho que la Virgen nunca nos daba la espalda. Nos dio este ejemplo: Si un niño está sucio, su madre no le pega y le empuja lejos de ella, sino que le limpia con amor. Aún si cae, ella limpia su herida y le consuela, como la Virgen con nosotras sus hijos".
Esta historia del niño sucio que limpia su madre le impactó mucho a la joven Clare, tanto que decidió escribir un artículo para la revista infantil del Hogar de la Madre. Había recibido su conversión y su vocación al besar los pies de Cristo crucificado en un Viernes santo y ahora empezaba a entender el amor de madre de la Virgen María al pie de la cruz, en el momento cuando el Señor nos la dio como nuestra Madre. A lo largo de sus años como Sierva, seguiría descubriendo su amor cada vez más.