Hna. Kristen Gardner (EEUU): Tenía una apertura extraordinaria para aprender más sobre el Señor, la Virgen, los Santos...
La Hna. Kristen Gardner, de EEUU, coincidió con la Hna. Clare cuando estaban las dos en sus primeras etapas de formación como Siervas del Hogar de la Madre, primero como candidatas y después durante una parte del noviciado. Publicamos ahora la segunda parte de su testimonio, con simpáticas – y a la vez aleccionadoras - anécdotas de aquellos primeros momentos de la vida de la Hna. Clare en España.
Recuerdo muchas historias graciosas con la Hna. Clare en esa época. Ella tenía un don muy especial para hacer reír a las personas, para alegrar el ambiente y levantar los corazones. A veces, por la noche, después de la cena (cuando nos quedábamos solas las chicas), ella hacía como si estuviera viendo una aparición de la Virgen. Miraba hacia arriba, como escuchando una voz, y respondía: “Sí, sí. ¿Que quieres que comamos dulces? Por supuesto. No nos podemos negar a tus deseos. ¿Dónde están? Ah, allí, sí”. Señalaba con el dedo hacia el lugar donde se guardaban los dulces, encima de un armario. Se ponía de pie, con la cabeza siempre en alto, mirando hacia donde estaban los dulces. Después se terminaba la “visión” y miraba con cara de “¿y ahora qué hacemos?” a la responsable. Y ella, partida de la risa, le daba permiso a Clare para coger los dulces y repartirlos.
Hacíamos muchas procesiones por la casita cantando canciones a la Virgen, yendo desde el comedor a donde estaba la imagen de la Virgen en el piso de arriba, y así varias veces. Clare solía ponerse su chaqueta encima de la cabeza, imitando a la Beata Jacinta de Fátima, haciéndonos reír a todas.
Tenía una apertura extraordinaria para aprender más sobre el Señor, la Virgen, los Santos... Recuerdo que muchas veces me venía con dudas “teológicas”, y me preguntaba cómo era eso de que Dios era tres personas en uno, o cosas por el estilo.
Una vez, en una reunión, el Padre Rafael le dijo que tenía que intentar entrar en la capilla con la cabeza baja, en actitud humilde. Ella se sorprendió, porque no se había dado cuenta que entraba en la capilla así, de una manera tan “arrogantemente”. Inmediatamente hizo el esfuerzo por cambiar su forma de entrar en la capilla.
Recuerdo también las llamadas de su manager, que le insistía mucho en que volviera a Irlanda, que estaba perdiendo el tiempo, que podía llegar a ser famosa... Pero ella siempre le respondía que no con mucha firmeza, y después nos lo contaba.