Karla Lavayen, Ecuador:
Recuerdo que, con muchísima alegría, me comentó ese día que su santa protectora era Santa Teresita de Lisieux.
Karla es de Guayaquil (Ecuador) y ha entrado en abril de este año, después del terremoto, como candidata de las Siervas del Hogar de la Madre.
Cuando Camila Andrea, de Colombia, compartió esa frase de Santa Teresita que le había venido a la cabeza al tener noticia de lo sucedido en el terremoto del 16 de abril en Ecuador, me vino a la cabeza un pequeño recuerdo con la Hna. Clare en el 2014. Fue después de haber concluido los Ejercicios Espirituales en el Santuario de Schoenstatt, en Guayaquil (Ecuador).
La Hna. Lissette, que ahora es novicia pero que en ese año era todavía candidata, me regaló una reliquia de Santa Teresita del Niño Jesús por el día de mi cumpleaños. Era muy bonita y traía una frase en la parte de atrás, pero con el pequeño detalle de que estaba todo en inglés. Acudí entonces a la Hna. Clare para que me lo tradujera, ya que no entendía nada. Después de traducírmelo, me escribió la traducción en una hoja de mi cuaderno. La frase decía: “Después de mi muerte, dejaré caer abundantes rosas. Gastaré mi cielo, haciendo el bien en la tierra”. ¿Quién hubiera podido decirnos que dos años después partiría para el cielo con la misma misión? Recuerdo que, con muchísima alegría, me comentó ese día que su santa protectora era Santa Teresita de Lisieux. Me contó que, al principio, ella no entendía por qué el P. Rafael Alonso – fundador del Hogar de la Madre - le había dado como santa de referencia a una carmelita definida como pequeña y conocida por sus actitudes de infancia espiritual. Sin embargo, en la oración, la Hna. Clare había entendido con qué entrega y amor había vivido esta santa, y cómo tenía que seguir su ejemplo para vivir su vida religiosa de la misma manera.
La Hna. Clare tenía un don muy grande para grabar en ti el mensaje que te estaba transmitiendo. Cuando nos distraíamos, bastaba su silencio para saber que algo andaba mal: nos decía que. al fin y al cabo, las que perdíamos éramos nosotras.
Luchaba continuamente para ponerlo todo a los pies de la Cruz: tanto sus talentos como el afecto de las personas hacia ella. Ella sabía que sus talentos no le pertenecían, sino que todo provenía de Dios y era para Gloria de Él.
Cuando supe que la única de las hermanas que permanecía bajo los escombros era la Hna. Clare, dentro de mí experimenté que el Señor ya la quería solo para Él, aunque no quería perder las esperanzas y seguía rezando por todas a nuestra Madre.
Probablemente ahora, ella y las chicas - desde el cielo- deben estar pidiendo mucho por la conversión de las almas y, especialmente y con mucho cariño, por la obra del Hogar de la Madre, para que alcancemos pronto la plenitud de nuestro ser.
Papel con la frase traducida por la Hna. Clare