Hna. Annemarie Naiman, EEUU:
Su celo apostólico era tan auténtico que daba fruto en cualquier situación, con cualquier grupo de gente, fueran ancianos, matrimonios, jóvenes…
La Hna. Annemarie es de la Florida (EEUU) y entró en las Siervas el 15 de marzo de 2009. Actualmente está en la comunidad de Brignano, Bergamo (Italia).
La hna. Clare me enseñó a amar a los niños. En un momento dado, siendo yo ya hermana, yo me estaba quejando interiormente porque, en todas las convivencias y reuniones, siempre me tocaba ir con los niños. Me enfadaba un poco, porque mi soberbia me convencía de que era porque mis superioras pensaban que yo no valía para otra cosa, para cosas más “importantes” como estar con adultos o jóvenes. Siempre me mandaban con los niños y me sentaba mal.
Pero un día que me vino el recuerdo de la hna. Clare en Jacksonville, que casi siempre se ocupaba de los niños. Pensé en ella y en su manera de estar con los niños. Su celo apostólico era tan auténtico que daba fruto en cualquier situación, con cualquier grupo de gente, fueran ancianos, matrimonios, jóvenes… Me vino a la mente un encuentro de familias ("Thanksgiving Encounter") en EEUU. Debía ser el año 2009. Ella fue la encargada de las niñas pequeñas durante todo el Encuentro. Les dio hasta nombres indios a cada una, y su tribu de pequeñas se llamaba “The happy pinecones” (Las piñas felices). Las niñas la admiraban muchísimo. Para ellas lo que dijera la hna. Clare era casi como si lo dijera el mismo Dios. En general, nunca se quejaba exteriormente, y me atrevería a decir que tampoco interiormente, de estar con los niños. Era evidente que cada vez acogía la oportunidad con ilusión, quería a cada uno de esos niños y niñas y se preocupaba por cada uno. Tenía un don para llegar a ellos, para entretenerles y explicarles las cosas a su nivel. Tenía una creatividad impresionante para sacar aplicaciones espirituales de las cosas sencillas de sus vidas diarias, de manera que lo pudieran entender. Tenía muchísima paciencia. Podía jugar a “Piedra, papel y tijera” durante horas. Nunca tenía la actitud de: “Ahora me toca aguantar a los peques un rato”. Sino que tenía la tensión de: “A ver qué puedo enseñarles en este rato que tenemos para jugar”. Aprovechaba todas las oportunidades para formar sus conciencias y contarles historias sobre los santos. Su único pensamiento cuando estaba con ellos era hacerles amar más a Dios. Me consta que hubo varias niñas que, gracias a cómo veían el amor de Dios reflejado en su querida hna. Clare, sintieron la llamada de Dios a ser solo suyas a edades muy pequeñas.